a. Los temas; con los cuales se identifica el niño.
b. El lenguaje; asequible pero a la vez mágico.
c. La fantasía; que relumbra, hechiza y sorprende.
d. El humor; fino, inteligente, ocurrente.
e. La aventura; que aumenta según el trajinar de los caminos.
f. El heroísmo; que lucha por el anhelo de hacer un mundo mejor.
g. La esperanza; que sostiene y alienta la vida.
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Se hacen presentes y se muestran tangibles entonces en la
literatura infantil los siguientes ejes y paradigmas:
a. El espíritu de infancia, que define la esencia del arte.
b. El niño interior.
c. El niño real y concreto que existe socialmente.
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Elección de textos para niños de 3 a 6 años
Los textos que se le ofrecen a los niños y niñas de 3 a 6 años
están basados en el folklore. El folklore es algo que el niño/a ha vivido y
sentido desde su nacimiento, por lo tanto es algo muy cercano a él.
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Literatura para niños de 6 a 9 años
Concebimos a la didáctica de la literatura como un campo particular
cuya finalidad prioritaria es desarrollar los modos de acercamiento al fenómeno
literario.
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¿Por qué es importante la literatura infantil?
Criterios
La evaluación compete a todos aquellos criterios intrínsecos al libro, es decir a los elementos textuales y paratextuales. La selección, como se planteó anteriormente, tiene en cuenta además, otros elementos: los extratextuales. A continuación se analiza cada uno de ellos.
Criterios textuales
Se refieren a lo exclusivamente literario, entre éstos se deben tomar en cuenta:
• Calidad literaria.
Es la que imprime al libro su condición de obra de arte, se sustenta básicamente en el estilo del autor, dado por el uso adecuado de los recursos estilísticos que le brinda su idioma.
• Lenguaje.
Uso correcto de las formas verbales, precisión en las relaciones sintácticas, es decir la correcta construcción de las frases, las oraciones y los párrafos, el manejo adecuado de adjetivos y formas adverbiales, el uso adecuado de preposiciones, conexiones; la precisión en la puntuación y la ortografía. Todos estos elementos deben conjugarse para hacer del lenguaje un conjunto de posibilidades plurisignificativas que permitan la exploración de los territorios de la imaginación.
Algunas construcciones sintácticas en el idioma español, presentan diferencias de un país a otro. Una de las más frecuentes, tanto en los libros de autores españoles como en los traducidos en España, es el uso del a por. “Desde la segunda mitad del siglo XIX comenzó a extenderse en el habla popular. de España la locución a por con verbos de movimiento; por ejemplo: ir a por el agua, vengo a por ti, vuelvo a por el pan. El empleo de esta locución ha progresado especialmente en el habla usual de las provincias del centro peninsular, si bien es desconocida en América. Sin embargo la conversación culta de España suele sentirla como vulgar y procura evitarla”.(3)
• Vocabulario.
La elección de las palabras no es tarea fácil para quien escribe, pero si se escribe para el público infantil y juvenil, las palabras deben usarse a manera de filigranas que con su agilidad, limpieza y transparencia logren impactar la sensibilidad del lector. Algunas palabras dificultan la comprensión de la obra, sobre todo cuando son usadas dentro de contextos muy específicos como los localismos.
Muchas de las obras literarias que llegan al país, editadas principalmente en la Argentina y España, traen localismos propios de sus hablantes. Los maestros y los bibliotecarios deben documentarse para explicar estas dificultades a los lectores, leer con anterioridad el libro y observar si los localismos pueden inferirse por el contexto y si la obra presenta un glosario que permita su interpretación, con el fin de que éstos, no se constituyan en una limitante para la comprensión, sino al contrario, enriquezcan al lector.
Un ejemplo del libro “Misterio en la Patagonia” de la autora Argentina María Teresa Andruetto, ilustra sobre el uso de localismos:
“...Después comimos guachalocro y pasteles de membrillo y enseguida, mi papá don Andrés, el puestero y Carmelito se pusieron a jugar al truco, hasta que se hizo la hora de volver a la ciudad...”
• Valores estéticos.
La creatividad y el estilo son características fundamentales en la composición estética de la obra. El estilo es la manera en que un autor expresa sus ideas desde la estructura misma de la obra hasta el poder sugestivo de las palabras. El elemento creativo se presenta esencialmente en la riqueza de las palabras, en sus variaciones significativas y en la construcción de imágenes y símbolos que afectan directamente la sensibilidad del lector.
• Traducciones y adaptaciones.
Lo ideal en una traducción es que se ciña al texto original y conserve la calidad literaria y el estilo del autor. Para esto es importante adquirir libros de editoriales responsables frente a esta labor. Se deben preferir las obras que se traduzcan directamente del original, desconfiando de aquellas que son traducciones de traducciones o de las que son tan literales que se pierde la musicalidad y la sintaxis del idioma al que se traducen.
Las adaptaciones, por otra parte, son versiones libres que hace el escritor basándose en un texto original. Se deben escoger aquellas realizadas con criterios literarios y evitar las realizadas únicamente con criterios comerciales, o las que no presentan los datos sobre el autor, ni el nombre de la persona que hace la adaptación.
• Otros criterios.
La especialista Elizabeth Fitzgerald Howard(8) sostiene que existen unas cualidades esenciales que hacen que un libro pertenezca a la lista de “Libros notables”, entre estas están: la trama, las características de los personajes, la puesta en escena, el punto de vista, el tono, la tensión, etc.
Criterios paratextuales
Se refieren a los elementos gráficos y editoriales que tienen una “proximidad’ con el texto y que sustentan su calidad. Tienen igual relevancia en el momento de evaluar y seleccionar, ya que contribuyen con el texto a darle al libro su condición de obra artística.
Se deben tener en cuenta: las ilustraciones, el formato, la encuadernación, el color y la textura del papel, el tipo y el tamaño de las letras, el interlineado, el diseño, la diagramación, la portada; y los créditos necesarios sobre quién hizo, ilustró y editó el libro.
“La ilustración es uno de los aspectos que más se destaca en la elaboración de estos libros. La relación texto-imagen varía de acuerdo con la edad del receptor. Hay libros exclusivamente de imágenes, hay libros donde predomina la imagen y otros donde desaparece. Es de suma importancia, entonces, para la evaluación, considerar el dominio de la técnica por parte del ilustrador, la creación de personajes mediante rasgos distintivos, la expresividad, la adecuación al texto, la coherencia en la presentación de secuencias y, en fin, todos aquellos elementos de composición estética como la combinación armónica de colores, estilo, dimensionalidad, trazo, proporciones, etc. En el caso de los libros latinoamericanos, es importante cuidar que no se repitan los clichés o patrones de presentación facial, algunos de ellos con genotipo no propio del contexto racial donde se producen”.(10)
La biblioteca escolar y pública está en la obligación de ofrecer variedad de propuestas, estilos y técnicas de ilustración, es la mejor oportunidad para que el lector amplíe la visión de las cosas, se cree interrogantes, aprecie las diferencias culturales y enriquezca su comprensión del mundo.
Con respecto a la encuadernación, es básico tener en cuenta al seleccionar para las bibliotecas, los libros que presenten una encuadernación resistente al uso. Se deben elegir —siempre y cuando haya opción— libros en pasta dura y cocidos, que tengan un buen tamaño de letra, buen espaciado entre las líneas y suficientes márgenes que permitan una lectura cómoda. En la práctica no siempre es fácil obtener todos estos requisitos, pero se debe aspirar a conseguirlos.
Por último, es necesario recordar que el mejor libro infantil o juvenil, no siempre es el más caro, el más vistoso o el más colorido.
Criterios extratextuales
Tienen una relación directa con la selección. Obedecen a factores que son absolutamente extrínsecos al libro, pero no por eso pierden su carácter de criterio. Entre éstos se incluyen:
• El acervo bibliográfico de la biblioteca. Las colecciones ya existentes en la biblioteca, se constituyen en una base para adicionar o rechazar algún título específico. Se debe partir de principios de equilibrio y diversidad.
• El precio de los libros. Sin duda una limitante en el momento de decidir sobre ciertos materiales, que aunque sean de reconocida calidad, están fuera del alcance de muchas instituciones.
• La oferta y demanda. El mercado editorial impone ciertos títulos y retira otros, muchas veces esenciales, guiándose
únicamente por motivos comerciales.
• La utilización pedagógica dentro de los programas curriculares. Se seleccionan títulos obedeciendo a criterios pedagógicos: por ejemplo novelas sobre animales para el programa de Ciencias.
• Los planes lectores de las editoriales. Se invaden los colegios con “lecturas programadas” y se imponen planes externos que no responden en algunas ocasiones ni a los intereses, ni a los niveles de experiencia lectora de los alumnos.
• Niveles de edad de los lectores. Es uno de los aspectos más delicados de definir a la hora de hacer la selección, ya que toda apreciación que se hace al respecto es imprecisa.
• Funcionalidad. En este aspecto se considera para qué programa están dirigidos los libros: una caja viajera para una zona rural, un rincón de lectura para los alumnos de preescolar, una colección para un grupo de jóvenes que están recluidos, etc., este criterio tiene que ver básicamente con los intereses y necesidades de los lectores potenciales.
• Promoción. La difusión, las campañas promocionales, la utilización de libros en juegos literarios de instituciones, la exhibición en los puestos de venta y las recomendaciones de terceros se constituyen también en criterios extratextuales que inciden en la selección.
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